Una jornada cargada de emociones se vivió la mañana del domingo en el Aeropuerto Arturo Merino Benítez de Santiago, cuando cinco chilenos, adoptados irregularmente durante la dictadura de Pinochet, se reencontraron con sus familias biológicas tras décadas de separación.
Entre ellos, Ben Fruchter, oriundo de Chillán y residente en Watervliet, Nueva York, quien abrazó por primera vez a su hermana biológica, Margarita Figueroa.
El emotivo encuentro, ocurrido a las 7:00 horas, marcó el inicio de una nueva etapa en la vida de estos chilenos, que fueron llevados a distintos puntos de Estados Unidos en circunstancias oscuras durante los años de dictadura.
La organización Connecting Roots jugó un papel crucial en este reencuentro, facilitando el camino para que estas familias rotas por la política y el tiempo pudieran finalmente unirse.
Ben Fruchter, junto a otros cuatro compatriotas, incluidos los hermanos Emily Reid y Sean Ours, María Hastings y Peter Smiloff, llegaron desde Estados Unidos llenos de esperanzas y emociones.
La preparación para este momento incluyó interacciones previas mediante videollamadas, un proceso que, según Connecting Roots, busca asegurar una transición suave hacia el reencuentro físico.
La historia de Ben es particularmente conmovedora. Nacido en Chillán en 1988, fue adoptado y llevado a Nueva York, perdiendo todo contacto con su familia biológica.
Su hermano, Vladimir Figueroa, relató cómo la familia buscó a Ben durante más de 33 años, intensificando su búsqueda con la llegada de las redes sociales.
Este domingo, Ben y los demás chilenos adoptados comenzaron a reconstruir los lazos familiares que fueron abruptamente cortados hace décadas.
En sus primeras declaraciones, Ben expresó su felicidad y ansias por empezar “una nueva vida” junto a su familia en Chile, un sentimiento compartido por María Hastings, quien también se mostró emocionada por reconectar con sus raíces y familiares.