La voz de la radio está llamando
Sergio Campos deja el micrófono de El Diario de Cooperativa y, con él, cierra una era en la radiofonía chilena.
Una era marcada por la credibilidad, el compromiso y esa pasión inquebrantable por el oficio que él encarnó como pocos.
Pero lo que realmente conmueve no es solo su despedida profesional, sino la huella que deja en todos quienes alguna vez soñamos —y aún soñamos— con contar historias detrás de un micrófono.
A mí, personalmente, me inspira cada día. Y no lo digo desde el lugar común del admirador. Lo digo como periodista que ha aprendido a valorar cada segundo al aire, cada palabra dicha con precisión, cada minuto que informa.
Campos no solo hacía radio: vivía la radio. Su historia, contada magistralmente en el libro “La voz de la radio está llamando”, es una clase magistral de buena radio, vocación y consecuencia, donde la radio no es solo un medio, sino una causa de vida.
En tiempos de velocidad, vértigo e inmediatez, Sergio Campos se mantuvo fiel al periodismo riguroso, al contacto humano, a la pausa reflexiva. Fue un testigo de la historia reciente de Chile, pero también un actor clave en su relato.
Su voz acompañó en los momentos más oscuros de Chile, siempre con la templanza de quien sabe que informar es una forma de servir a la gente. Porque Sergio Campos era eso: experto en gente.
No se va cualquiera. Se va un referente. Uno de esos periodistas que logran lo que parece imposible: que su nombre y su voz sean sinónimo de confianza.
Hoy, desde mi propia trinchera radial en Chillán, no puedo más que agradecer el ejemplo. A los que amamos la radio, Sergio Campos nos enseñó que no basta con hablar: hay que decir. Que no basta con estar al aire: hay que estar presente.
Su voz ya no estará cada mañana en la 98.1, pero seguirá resonando en los que entendemos este oficio no como un trabajo, sino como un destino. Porque cuando alguien como Sergio Campos se despide, la radio no pierde una voz. Gana un legado.
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