Silencio oficial ante el alza de asesinatos en Ñuble

Las cifras del reciente informe sobre homicidios en Chile deberían ser motivo de alarma. No lo digo yo: lo dicen los datos, lo dice la realidad.
Ñuble fue una de las pocas regiones donde los homicidios aumentaron. Mientras en el país bajaron levemente, en nuestra región pasaron de 14 a 20 en un solo año. Un aumento del 42,8%. Y lo más desconcertante: no hubo ni una palabra al respecto del Gobierno.
La misma jornada en que conocimos este preocupante informe —el mismo día—, las autoridades inauguraban la nueva Secretaría Regional Ministerial de Seguridad Pública en Ñuble. Un acto simbólico, pomposo, con discursos… muchos discursos.
Pero ni una mención al informe, ni una frase de preocupación, ni siquiera una señal de alerta. ¿Cómo es posible que, mientras crece la violencia letal en nuestras calles, el Ejecutivo simplemente mire hacia el lado?
Más de la mitad de los homicidios en Ñuble tienen origen en conflictos interpersonales. Otro 31% está vinculado al crimen organizado.
¿Qué significa esto? Que la violencia se multiplica no solo por bandas o armas, sino también porque algo se quebró en el tejido social. Cuando el Estado está ausente, o su presencia es meramente administrativa, la descomposición avanza rápido. El narco se toma las canchas, los barrios y secuestra a nuestros niños, transformándolos en tempranos soldados.
Es grave que el Gobierno no haya aprovechado el hito institucional de la nueva seremi para referirse a estas cifras. Era la oportunidad para anunciar medidas, reconocer el problema o, cuando menos, mostrar empatía. Pero el silencio fue la única respuesta. Y en este país, el silencio otorga.
Ñuble ya no es la región tranquila de antes. Y si nuestras autoridades no despiertan ahora, quizá no les quede mucho por qué velar mañana.
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