El golpe silencioso de Trump a Ñuble

Donald Trump vuelve a hacer de las suyas, y esta vez el impacto no se siente en Washington ni en Wall Street, sino aquí, en Ñuble.
La imposición unilateral de un arancel del 10% a productos chilenos no solo es un portazo a los principios del comercio internacional, sino también una amenaza directa al sustento de miles de familias en nuestra región.
Ñuble, una zona que ha luchado por posicionarse como motor agroexportador del sur de Chile, podría ser una de las más golpeadas si este arancel se consolida.
Frutas, vinos, madera y productos congelados que viajan desde nuestros campos hacia Estados Unidos verán encarecidos sus costos, perdiendo competitividad en un mercado clave.
¿Quién paga el precio? No Trump, no las multinacionales, sino los pequeños y medianos productores de Quillón, San Nicolás, San Carlos o Coihueco. Las comunas que conforman el llamado “granero de Chile”.
Lo más preocupante es la lentitud con la que reaccionamos ante este tipo de golpes.
Mientras el mundo avanza hacia una geopolítica más dura y nacionalista, nosotros seguimos creyendo que los tratados nos protegen por sí solos. Esta medida de Trump demuestra que eso no es así: el poder se impone, los acuerdos se desdibujan, y las consecuencias las enfrentamos desde las regiones.
¿Dónde está la estrategia de contingencia para Ñuble? ¿Qué medidas concretas se están preparando desde el nivel central para amortiguar el golpe? Hasta ahora, lo único que vemos es incertidumbre. Y ya sabemos: en la agricultura, la incertidumbre no paga sueldos, no mantiene empleos, y menos aún promueve inversión.
Diversificar mercados, sí. Fortalecer el comercio con Asia, con India, con América Latina, también. Pero eso no puede ser un discurso para después. Las decisiones se toman ahora, porque nuestros exportadores ya están haciendo las cuentas. Y lo que ven no es alentador.
Ñuble no puede ser un daño colateral de la política exterior norteamericana. Merecemos claridad, urgencia y acción.
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