El pasado 10 de febrero, Chillán fue escenario de un evento sin precedentes.
La Agencia de Ayuda Humanitaria, ADRA Chile, en colaboración con 6.000 Conquistadores, logró un hito monumental al construir la cama más grande del mundo, superando así el récord anterior establecido en los Países Bajos en 2011.
Este logro no solo es un triunfo en términos de dimensiones, sino que también destaca por su significado humanitario.
La estructura, más grande que una cancha de fútbol 5, requirió de un meticuloso proceso de montaje que involucró:
- 148 cuerpos de andamio
- 380 tablones metálicos
- 4825 tornillos, más 1622 tornillos perforantes
- 680 horas técnicas de trabajo
- La participación de 56 voluntarios en el montaje
- 171 litros de pintura, aplicada con 18 rodillos de 4 pulgadas
- La colocación de 184 cobertores, 250 metros de sábanas, y 180 colchones
Con dimensiones impresionantes —8 metros de altura en el respaldo, 4 metros de altura en el colchón, 19,52 metros de ancho, y 32,6 metros de largo—, y un peso total de 13.800 kilos, la cama establece un nuevo estándar de innovación y colaboración.
Este proyecto fue posible gracias al apoyo de voluntarios, empresas privadas como Incatex Ltda., y una constructora encargada del diseño y armado.
El propósito de esta iniciativa va más allá de romper un récord; busca resaltar la campaña anual de ADRA “UN NIÑO, UNA CAMA”, destinada a proporcionar camas nuevas a niños, niñas y adolescentes en situación de vulnerabilidad.
Diego Trincado, director nacional de ADRA, destacó el espíritu colaborativo detrás de este logro y reafirmó el compromiso de la agencia con el bienestar infantil en Chile.
ADRA, con una presencia de más de 40 años a nivel mundial y 37 en Chile, ha sido un actor clave en la respuesta a emergencias y el apoyo a comunidades vulnerables, financiando sus proyectos a través de campañas de donación y adjudicándose proyectos gubernamentales para el cuidado de más de 3.600 niños y niñas en familias de acogida temporal.
Este evento no solo marca un récord mundial sino que también simboliza el poder de la colaboración en pro del bienestar comunitario, destacando el trabajo continuo de ADRA por mejorar las condiciones de vida de los sectores más vulnerables de la sociedad.